SAN JUAN BAUTISTA PRECURSOR DEL SALVADOR

II DOMINGO DE ADVIENTO

SAN JUAN BAUTISTA PRECURSOR DEL SALVADOR

Por nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez

Para este segundo domingo de Adviento la figura que aparece es san Juan Bautista. Entonces podremos preguntarnos: ¿Quién es Juan el Bautista y cuál es el significado de su mensaje para nuestras vidas? El evangelio de San Lucas afirma que Juan estaba lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre (Lc. 1, 15, 41) por el mismo Jesucristo en la visita de María (quien había concebido por obra del Espíritu Santo) a su prima Isabel. El fuego del Espíritu Santo estaba en Juan el Bautista y lo convirtió en el precursor de la venida del Mesías. Movido por ese fuego del Espíritu Santo se fue al desierto donde se llenó más de Dios. En el desierto fue un tiempo en que pasó muchas pruebas y se llenó y fue fortalecido con la Palabra de Dios, como preparación para su ministerio. Las ropas del bautista era una reminiscencia de las ropas del profeta Elías, así lo describe el segundo libro de los Reyes: “‘El hombre iba vestido con un manto de pelo y con una faja de piel ceñida a su cintura’. Ocozías exclamó: ‘¡Es Elías de Tisbé!’” (2 Re. 1, 8).

“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén”, así inicia la primera lectura del libro del profeta Isaías. Me encanta la traducción de Ingles porque usa la palabra: “conforten, conforten a mi pueblo”. Si usamos la palabra confortar tendríamos que entender que no es el confort actual, de comodidad y estabilidad, sino un reconocer las virtudes que son mayores como la libertad y la paz interior, que dan esperanza de una vida mejor. Y ahí tiene sentido la palabra consolar. Porque Dios ha visto los sufrimientos y penalidades que pasa el pueblo de Israel. Por eso pide que no haya más condena, sino más bien, presentar al salvador. Es fácil hablar de cuantos sufrimientos les espera a los pecadores, como lo hacen muchos predicadores. Pero presentar el temor como un motivo para cambiar no es la finalidad de Navidad.

Navidad, la verdadera navidad no son los regalos y las dadivas que podemos dar a los necesitados, sino más bien es la esperanza de un gran Salvador. Del Dios que no escatima nada y se encarna para mostrarnos el verdadero amor. Consolar al pueblo, es pues, presentar, como lo hizo San Juan Bautista al que viene a redimirnos. Por lo tanto, el profeta no es el que anuncia las desgracias, sino quien denuncia aquello que está en contra del Reino de Dios y anuncia al Salvador. San Juan se convierte pues en el presentador del Mesías: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo” (Mc. 1, 7-8).

San Pedro nos invita: “Pero nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por lo tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con Él, sin mancha ni reproche” (2 Pe. 3, 13-14).

La segunda semana de Adviento que nos invita a la conversión, no por temor al castigo sino por amor al Salvador que se entrega por nosotros. Es cierto que por el pecado perdemos toda posibilidad de la salvación más por la bondad y misericordia de Dios estamos seguros de alcanzar la plenitud de la vida eterna. Dios es quien consuela su pueblo con la presencia del que nos da la verdadera libertad y la paz. Preparémonos para recibirlos con todo nuestro amor. Amen.

Print your tickets