Presentación del Señor

FrCarmelo4SOLEMNIDAD DE LA PRESENTACION DEL SENOR

Estamos iniciando febrero, y con ello la Solemnidad de la Presentación del Señor o Nuestra Señora de la Candelaria. Podrían preguntarme ¿padre, es lo mismo? Mi respuesta es inmediata, no y sí. No, porque sí es la Presentación del Señor nuestra vista está sobre Cristo y si celebramos a Nuestra Señora de la Candelaria nuestra vista está en María, quien es corredentora pero quien trae la Luz es Cristo. Sí, porque son los mismos personajes, es el mismo hecho y aunque pongamos nuestros ojos en María, siempre ella nos llevara a Cristo.

Es San Pablo quien nos habla de Jesucristo, de la razón de Encarnación: “Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio”. Y en la carta a los Filipenses afirma: “tomando la condición de esclavo se hizo semejante en todo a nosotros, menos en el pecado”. Y el fragmento de este domingo de la Carta a los Hebreos concluye diciendo: “Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba”. Con esto podemos afirmar que la razón de que el aceptara encarnarse es la salvación del género humano, sus hermanos y hermanas, que por amor se abaja hasta nosotros para luego encumbramos hasta su dignidad de hijos e hijas de Dios.

El anciano Simeón al ver y reconocer a Cristo, como el Mesías, El Salvador exclamo: “ahora Señor puedes dejar a tu siervo morir en paz porque mis ojos han visto al Salvador”.  El y la profetiza Ana, dan testimonio de que aquel niño que contemplaban era el tan esperado por generaciones y que venía a liberar de las ataduras de la esclavitud y de la muerte: Jesucristo, quien es la presencia viva del amor y misericordia de Dios Padre.

El anciano Simeón le dice a la Virgen María: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción”. En esta celebración cerramos por completo el tiempo de la Navidad y hoy me atrevería a preguntar: ¿qué cambió obtuviste de Navidad? Yo sé que la mayoría comimos, jugamos, nos desvelamos, muchos bailaron y muchos también se emborracharon, pero ¿qué cambio hubo en tu vida la Navidad pasada? Si no lo hiciste este el tiempo de repensar en tu vida, porque para muchos la presencia de Cristo en nuestras vidas será de caída, de condenación, porque solamente nos valimos de pretextos para meternos más al pecado. Lo mejor es que la presencia de Cristo nos eleve y nos dejemos llenar de su gracia y su paz, de la dignidad que trae consigo para elevarnos a hijos e hijas de Dios, por lo tanto, tomar la salvación que trae entre sus manos. Lo importante de este día no es traer velas para que nos iluminen después, sino dejar que Cristo nos convierta en velas vivas a nosotros mismos para ser luz para muchos más hermanos.

Que esta solemnidad de la Presentación del Señor lo vivamos con tal fe y amor que transforme nuestros corazones en recipientes del amor y misericordia divina y convirtiéndonos en luz, llevemos amor y esperanza a muchos más hermanos con quienes nos encontramos en nuestra vida diaria. No solo compartir la luz de la vela de tu mano, sino anunciar como Simeón y Ana, al que es la luz eterna, el Salvador, a Jesucristo nuestro Señor. Llénate de Cristo, llénate de su luz, deja te transforme y que habité en tu corazón. Amén.

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