NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

XVIII DOMINGO ORDINARIO

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

Por nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez

Este domingo las lecturas verdaderamente cuestionan nuestra manera de vivir. Podremos disfrazar nuestras vidas con palabras, pero son falacias del lenguaje. Pero lo que somos y sentimos, eso lo no podemos esconder ante Dios.

San Lucas insiste que, para Jesús, las riquezas y la abundancia de bienes no proporcionan la vida al hombre. Me encanta una reflexión que circula en Internet, llamada: entrevista a Dios por un periodista:

“—Pasa, me dijo Dios. ¿Así que quieres entrevistarme?

—Bueno, le contesté, si tienes tiempo…

Se sonríe y dice:

—Mi tiempo se llama Eternidad y alcanza para todo; ¿qué preguntas quieres hacerme?

—Ninguna nueva, ni difícil para Ti: ¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres?

—Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños. Que primero pierden la salud para tener dinero y enseguida pierden el dinero para recuperar la salud. Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que no viven el presente ni el futuro. Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido.”

“‘Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia’. Pero Jesús le contestó: ‘Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?’” (Lc 12: 13-14) Pero Jesús se limita a su tarea. Él no ha venido a este mundo para ser juez en cuestiones económicas entre contendientes. Pero, aprovecha la ocasión para ahondar en algo importante: ambos hermanos pretendían apoderarse indebidamente de la parte del otro. Y advierte severamente contra los peligros de la codicia y avaricia.

El miércoles pasado, Mons. Felipe Arismendi, Obispo de San Cristobal de las Casas, escribió en una reflexión que comparte cada semana: “Le están lloviendo críticas al buen Papa Francisco. No soportan su estilo sencillo de vida, su apertura misericordiosa a los alejados de la Iglesia, su relación con protestantes y musulmanes, su condena implacable al fetichismo del dinero, su opción tan definida y evangélica por los pobres y excluidos, su respeto por los de otra tendencia sexual, su insistencia en la necesidad de un cambio del sistema económico, su reforma de la Curia Romana, su cercanía a los migrantes, su insistencia en ir a las periferias, sus llamadas a la conversión de obispos y presbíteros, su apoyo a las justas luchas populares, su invitación a los jóvenes a hacer lío, su defensa de la madre y hermana tierra, su modo de hablar improvisado y no diplomático, que a veces se presta a malas interpretaciones o imprecisiones, etc.”

“Derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años.” (Lc 12: 18-19) El rico insensato ha olvidado que el hombre es señor de las cosas, pero sin dejar de ser solamente un administrador. El rico necio no sabe encontrar el camino de la felicidad que, cuando se trata de dinero y de bienes, aumenta en la medida de la generosidad y del reparto que se haga de ellos. Los proyectos del rico se sustentan en frágiles presupuestos: la seguridad de una vida larga para disfrutarlos, olvidando que el propio don de la vida es un regalo que hemos recibido de Dios.

El Papa Francisco, al inaugurar la asamblea de la Diócesis de Roma, el pasado 16 de junio, dijo: “El realismo evangélico se compromete con el otro, con los demás, y no hace de los ideales y del ‘deber ser’ un obstáculo para encontrarse con los demás en las situaciones en las que están.” No tachemos de socialista al Papa, y abramos nuestros corazones al evangelio y al magisterio Petrino, que nos ayudan a centrar nuestra fe y las acciones de la fe. Teniendo un balance entre los bienes materiales y los espirituales. Defendiendo la vida, no solo antes del nacimiento, sino en cada etapa de ella, incluyendo la vida de los ancianos.

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