LA SAGRADA FAMILIA

LA SAGRADA FAMILIA

Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez

En diciembre del 2012 escribí una de las homilías más fuertes para mí, por retratar una realidad muy difícil que se está viviendo en nuestro tiempo, la separación y detrimento de la familia. Iniciaba transcribiendo literalmente parte de la segunda lectura: “mujeres, respeten la autoridad de sus maridos, como lo quiere el Señor. Maridos amén a sus esposas y no sean rudos con ellas. Hijos, obedezcan en todo a sus padres, porque eso es agradable al Señor” (Col 3: 20-21).

He estado por más de 11 años (casi los 12) en los Estados Unidos y con gran tristeza he visto el detrimento de varias familias, incluso de quien pensé que eran familias modelos. Sólo muy pocas parejas logran celebrar bodas de plata o bodas de oro, porque este mundo lleno de maldades y egoísmo termina por enfrentarlos y dividiéndolos. De muchas bocas he escuchado: ¡el amor se acabó!, ¡ya no me hace feliz!, ¡ya no lo soporto!, ¡mi matrimonio es un infierno! Todo porque no buscan a Dios y ponen sus ojos solo en cosas materiales o bien el matrimonio lo basan en sentimientos bonitos.

En este país los niños son protegidos por las leyes, de tal manera que si las autoridades ven maltratos, descuido o negligencia de niños pueden tomar los niños y quitárselos a los padres. Por otro lado, muchos niños han utilizado esto para que no se les exija mucho en sus responsabilidades, y si algún padre o madre llega a ponerle la mano encima son amenazados por sus propios hijos de ser llevados ante los tribunales. Otro punto muy fuerte son los niños que nacieron en diferentes países y fueron traídos a los EEUU desde muy pequeños, que por varios años fueron protegidos por el programa de DACA y que ahora están sin ninguna protección. Muchos de ellos temiendo el ser deportados y separados de su familia, con miras a llegar a un país totalmente desconocido para ellos. Unos hijos separados por su rebeldía y otros por no contar con los papeles legales para estar en este país, qué difícil situación.

Parte de mi misión en los EEUU es estar con las familias y diciembre es fuerte para las familias de acá. Iniciando diciembre inicia las añoranzas y el sentir la soledad. Muchos han perdido algún ser querido este año, y qué difícil no poder ir a despedirse de ellos. La mayoría ha venido por la familia, se ha convertido en providentes para las familias que continúan en diferentes países, pero en este tiempo no se pueden ir a disfrutar sus pueblos, y anhelan poder ir a ver a papá, mamá, hermanos o hermanas, hijos e hijas, tíos o sobrinos. Se anhelan las tradiciones. Se añoran los cantos y las fiestas. Y muchos acá lloran por la familia.

“Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor” (Lc 2: 22). José y María, y el Niño Dios pasaron estas vicisitudes al huir a Egipto, en tierras extranjeras, pero buscaron proteger la vida de Jesús, la cuidaron con gran entusiasmo. José sabía escuchar la voz de Dios. María sabía seguir la voz de José, su esposo. El Niño Dios obedeció a sus padres, aún cuando sabe que es Dios. Padres, su misión es muy grande, y es cierto no hay un manual para la educación de sus niños, por eso los invito, que busquen la fuerza y la sabiduría de Dios, en los sacramentos, en la escucha de su Palabra. Oren padres, personalmente y juntos, para que Dios les conceda el amor y puedan amar a sus hijos. Hijos, aprendan a escuchar a sus padres, no sólo acudan a ellos en los momentos difíciles, sino también para escuchar un consejo. Adolescentes, jovencitos y jovencitas, de todo corazón les digo, que ninguno, absolutamente ninguno tiene padres perfectos, pero que si los han cuidado hasta hoy, entonces tienen padres buenos, no son sus enemigos, por lo tanto, sean agradecidos con lo que ellos les han dado.

Familias busquen a Dios, escuchen la voz del Señor y déjense guiar por él. Que la Sagrada Familia: Jesús, José y María, siga intercediendo por cada una de nuestras familias, por cada una de estas familias migrantes, por cada familia pasa problemas para que sepan solucionarlos, por las familias divididas para que reencuentren el amor, por familias que aman a Dios para que continúen. Dios bendiga y proteja a cada una de las familias. Amen.

 

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