LA SAGRADA FAMILIA

LA SAGRADA FAMILIA

Por Nuestro Párroco, el P. Carmelo Jiménez 

La fiesta de la Sagrada Familia que celebramos este domingo enmarcado en la Navidad, nos recuerda el carácter sagrado de la familia, escuela de amor y humanidad. Hemos vivido, durante el 2015 el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y el Sínodo de los Obispos sobre la Familia. Afirmando de muchas maneras que la vida del ser humano no puede ser sino familiar y el evangelio nos ayuda a vivir en plenitud esta dimensión profundamente humana.

Pero con tristeza se ve una realidad bastante difícil para las familias. Por un ejemplo, la propuesta de gran parte de la sociedad en favor de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es cierto que se podrá proclamar como un derecho, pero eso no hace un futuro para humanidad. Con tristeza veo otro ejemplo que los jóvenes no quieren comprometer sus vidas para siempre, porque lo ven de manera práctica: unión libre porque si no funciona cada uno toma su camino y se acabó. Otros ejemplos: los divorcios, las separaciones, la violencia doméstica, el no querer tener hijos por darles más. Y podría seguir enumerando contrariedades a la vida familiar.

El Papa Francisco les dijo el 14 de Septiembre del 2015 a las parejas que estaban casándose por la Iglesia en el Vaticano: “El amor de Jesús, que ha bendecido y consagrado la unión de los esposos, es capaz de mantener su amor y de renovarlo cuando humanamente se pierde, se hiere, se agota. El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos; porque eso es el matrimonio: un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser más hombre. Esta es la misión que tienen entre ustedes. Es la reciprocidad de la diferencia. No es un camino llano, sin problemas, no, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida. 

En medio de esta teología que nos da la Palabra de Dios, el pueblo en camino, también la familia en camino, los esposos en camino, un pequeño consejo: es normal que los esposos peleen, es normal. Siempre se hace. Pero les aconsejo que jamás terminen la jornada sin hacer la paz. Es suficiente un pequeño gesto y así se sigue caminando. El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una “novela”. Es el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía”.

“Jesús les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas”. (Lc 2: 49-51). Quiero concluir, asegurando mi oración por las familias, pero especialmente por las parejas, que si ustedes, papas, están bien, sus hijos y demás familia estarán bien. Contemplen a sus hijos y oren por ellos. Hijos, silenciosamente aprendan de sus padres. Que la gracia de Dios habite en sus corazones y el ejemplo de la Familia de Nazaret les fortalezca para continuar con su vocación y vida familiar. Amén.

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