Domingo de Ramos

DOMINGO DE RAMOS

Por nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez

La celebración de Domingo de Ramos nos introduce a la gran semana litúrgica, Semana Santa o Semana Mayor. Todo eso indica que la Pasión, Muerte y Resurrección es el centro de la fe cristiana, porque celebramos la fuerza del amor. Dios que se entrega por nosotros.

A pesar de la hermosura de los ramos y palmas, no obstante, nos invita a introducirnos en aquella experiencia de ir a Jerusalén que el profeta de Galilea no podía eludir. Sin duda que, al ir a Jerusalén, Jesús sabía que le esperaba: juicio, condena, golpes y muerte. Pero también es cierto, que Jesús sabía lo que quería, por eso, los gritos y la algarabía de ¡Hosanna al hijo de David!!  Viva el Rey de los Judíos! No lo ilusionaban. Sin embargo, fue la justificación para su condena.

“Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos” (Is 50: 6). La primera lectura de este domingo, es conocida como el tercer cántico del “Siervo de Yahvé”, en donde se subraya el sufrimiento. Pero ¿Cuál es su mensaje?: nos abre a la ignominia de este mundo violento, cruel, frente a la fuerza de la mansedumbre del discípulo, del siervo de Dios, que en su pasión, Dios siempre estará con él.

Casi siempre, en mi reflexión me paso de la primera lectura al evangelio, pero esta la segunda lectura es un precioso cantico que no lo pasaré por alto. El que quiso compartir con nosotros la vida; es más, el que quiso llegar más allá de nuestra propia debilidad, hasta la debilidad de la muerte en cruz (añadiría san Pablo), que es la muerte más escandalosa de la historia de la humanidad, para que quedara patente que nuestro Dios, al acompañarnos, no lo hace estéticamente, sino radicalmente. La Pasión de san Mateo debe servir de referencia de cómo el Hijo llegó hasta el final: la muerte en la cruz.

Hoy la lectura de la Pasión según san Mateo debe ser valorada en su justa medida. La lectura, debe ser evangelio en sí misma, es decir, debe ser buena noticia, y nosotros, igual como las primeras comunidades para las que se escribió, debemos poner los cinco sentidos y personalizarla. Sabemos que no podemos explicar el texto de la Pasión en una homilía, es muy extensa. Entonces, debemos invitar a todos para que cada uno se sienta protagonista de este hermoso relato y considere dónde podía estar él presente, en qué personaje, cómo hubiera actuado en ese caso. Y debemos, en la liturgia experimentar su fuerza teológica y espiritual.

Puntos que sobresalen del texto: La perspectiva cristológica de todo este relato es manifiesta. Es un relato muy eclesiológico: Cristo muere para dar vida a su Iglesia. La Pasión no es un relato de sangre y sufrimiento cruel sino es la consecuencia de la identificación de Cristo con su causa.

No olvidemos que nuestros relatos se confeccionan con la perspectiva de la resurrección como victoria de Dios sobre los proyectos de los poderosos o del amor sobre el odio. El anuncio del Mesías crucificado se convierte en el núcleo de la predicación de san Pablo y en el centro de la fe cristiana. Por eso, dirá san Pablo que el anuncio de un Mesías crucificado es “escándalo para los judíos, locura para los paganos”. (1Cor 1, 23). Participemos activamente en la liturgia y ubiquémonos en medio de esa vivencia, para poder experimentar la salvación. Amen.

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