I DOMINGO DE ADVIENTO
Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez
Este domingo iniciamos un nuevo año litúrgico, el ciclo B y, mayormente leeremos el Evangelio de San Marcos durante el transcurso de este año.
El Adviento es un signo de esperanza para el mundo, porque la humanidad no tiene futuro sin Dios, sin ese Dios amor que se encarna y trae Buena Nueva, y trae consigo la salvación para la humanidad. Adviento es un dialogo previo a la Encarnación, dialogo de esperanza entre Dios y los hombres, quien nos hace una llamada a deshacer el infierno de las tinieblas que muchas veces nosotros mismos provocamos con nuestras actitudes y nuestros estilos de vida.
“Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia. Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él” (Is 64: 2-3). El profeta repasa la situación anterior y comprende que el pueblo se ha olvidado de Dios. ¿Qué puede ocurrir? Por eso su grito desesperado hacia Dios, que descienda. Y efectivamente Dios no se ha quedado en su cielo, sino que ha bajado para ser uno de nosotros y enseñarnos a practicar la justicia y la solidaridad. Este Dios ha venido para salvarnos y liberarnos. Eso se hizo realidad con la Encarnación de Jesús. Pero muchos siglos antes, hombres, profetas como Isaías, lo intuyeron como si lo estuvieran viendo con sus ojos.
El evangelista se vale de la parábola del portero que recibe poderes para vigilar la casa hasta que el dueño vuelva. Esta parábola la se encuentra casi al final del evangelio de Marcos, y se ve que es como una especie de consecuencia que saca, el redactor del evangelio. “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento” (Mc 13: 33). El hecho de que no se pueda asegurar el día y la hora pone en evidencia a los grupos sectarios de aquel tiempo, que se las pintaban muy bien para atemorizar a personas abrumadas psicológicamente. Hoy, sin embargo, debemos interpretar lo apocalíptico de este pasaje bíblico con sabiduría y en coherencia con la idea que Jesús tenía de Dios y de su acción salvadora de la humanidad. Se nos pide vigilancia. ¿Qué significa? Que vivamos a la luz del Evangelio, a ejemplo de Jesús encarnado, que se entrega por salvación nuestra. Vigilar, es tan importante como saber vivir con dignidad y con esperanza. Adviento debe ayudarnos a un encuentro personal con Dios Padre creador de este mundo y redimido por Jesucristo, y en esa relación personal perseverar en la vigilancia.
“Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento” (1 Cor 1: 8). San Pablo pensaba que el día de la parusía (la segunda venida de Jesús) vendría pronto, como manifestación de la acción salvadora de Dios sobre este mundo y sobre la historia. Y para ese día no hay que prepararse con conocimiento, sino desde la práctica de una vida llena de sentido, es decir viviendo los valores evangélicos.
El Adviento debe sacar en nosotros a flote la esperanza cristiana: todo acabará bien, en las manos de Dios. Solo en Dios encuentra sentido nuestra existencia.