SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DEL UNIVERSO

XXXIV DOMINGO ORDINARIO

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DEL UNIVERSO

Por nuestro Párroco, el P. Carmelo Jiménez

Con la Solemnidad de Cristo Rey cerramos el ciclo litúrgico. Este domingo, las lecturas para la Santa Misa, nos hacen reflexionar sobre el modo de reinar de Cristo y el modo de gobernar en este mundo actual. Preguntas que plantearse  ¿Por qué Jesús y su reino siguen siendo motivo de atracción y de rechazo? ¿Por qué los reinos de la tierra se sienten amenazados, si no va enfrentarse con nadie, si Jesús es pacífico, es entrega, generosidad, servicio a los demás? Entonces ¿Qué tienen que temer?

“Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido” (Dn 7: 14a. 14c). No ha habido ni habrá sobre la tierra un imperio que permanezca eternamente, porque todos los imperios de la tierra son humanos y, aunque pretendan ser divinos, han caído y han sido destruidos. Tienen los pies y las manos de insolidaridad y de injusticia. Las noticias actuales nos presentan guerras y destrucción. Las naciones se unen contra otras naciones. En nombre de la justicia se destruye muchos seres inocentes.  Buscan darle un escarmiento a los culpables de… pero se hace daño a muchos más que no deben absolutamente nada. Y pareciera que toda esperanza de un mundo nuevo y un cielo nuevo desaparecen pero con la Resurrección de Cristo se renueva toda esperanza porque lo importante es saber que un día el poder estará en manos de Aquel, que hecho hombre, ha ganado para siempre un reino de justicia y de hermandad. No usará el poder para esclavizar como han hecho los poderosos de este mundo, sino para liberarnos y hacernos dignos hijos de Dios.

No estamos en Viernes Santo que es cuando leemos la Pasión de Cristo pero el evangelio nos presenta el careo de Pilato, el rey más poderoso de la tierra, frente a Jesús, un reo atado que dice que es rey y se presenta como testigo de la verdad. “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí” (Jn 18: 36). Jesús y su reino, “mi reino”, que él dice, no han dejado de ser juzgados hasta nuestros días. Solo miremos a los cristianos de Siria, la mayoría de ellos católicos. Para Pilato el problema es que Jesús se ha declarado rey cuando, en minutos anteriores a eso, lo acaban de presentar al pueblo desde el balcón del palacio como: El hombre, ¡Ecce Homo! Con ironía, le dicen al pueblo: ¡miren aquí tienen al rey fracasado, al entregado! ¡Miren en qué han quedado sus pretensiones!

El drama vivido en el pretorio es provocado por la misma presencia de Jesús que, cuando cae bajo el imperio de la ley judía, no la pueden aplicar y cuando está bajo la ley romana no lo pueden juzgar porque no hay hechos objetivos, sino verdades existenciales para vivir y vivir de verdad. Es verdad que al final Pilato aplicará el “ius-ley”, pero ciegamente, sin convicción, como muchas veces se ha hecho para condenar a muerte a los hombres. Igual como suele suceder en nuestros tiempos, que se juzga sin razón.

El reinado de Jesucristo está fundado en la verdad, la luz, la justicia, la paz. No se construye por la fuerza, ni se fundamenta políticamente. Es un reino que tiene que aparecer en el corazón de los hombres que es la forma de reconstruir esta historia. Es un reino que está fundamentado en la verdad, de tal manera que Jesús dedica su reinado a dar testimonio de esta verdad; y es lo que nos pide, vivir en la verdad y ser testimonio de la verdad.

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