NAVIDAD: DIOS CON NOSOTROS
Por nuestro párroco, P. Carmelo Jiménez
Hemos terminado el tiempo de adviento y con ello, la invitación a preparar, se terminan los cantos de ‘ven, ven Señor no tardes”. Los ángeles les anuncian a los pastores: “hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor” (Lc 2: 11) y podríamos cantar: “noche de paz”, porque nace para todos la Luz y se expande como paz y armonía, justicia y bien común por todo el universo mostrándonos que la noche es tiempo de salvación. Por eso la alegría, por eso los cantos y la música, porque esta noche es “noche buena”, que trae esperanza y al salvador.
“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció” (Is 9: 1-2a). El profeta Isaías anuncia la alegría a su pueblo, porque para el pueblo de Israel han quedado atrás guerras y opresiones, deslealtad y búsqueda de dioses que no tienen ojos, ni corazón. Y se abre un horizonte de luz para el pueblo. La luz se convierte en el signo de este poema que escuchamos. La luz trae la vida, la salvación, y por eso, hasta la noche es hermosa, porque en esta noche hay luz.
San Lucas es gran escritor, teólogo e historiador, que nos trae un texto rico y que cambia el curso de la historia. Sin el texto que escuchamos y el texto que se escuchará durante las misas del día (Lc 2: 1-21) no tendríamos Navidad nosotros. Este es el fundamento de todo el anuncio de que el Salvador se ha vuelto “Dios con nosotros”. El texto completo narra e interpreta lo que significa el nacimiento de Jesús, el Salvador, el Mesías y el Señor en la ciudad de David.
“Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio” (Lc 2, 1) Este texto se muestra la autoridad del César Augusto, dueño del imperio, del mundo de entonces. Un decreto suyo, moviliza a los oprimidos y esclavos de su autoridad y de su poder. Entre esos sometidos estaban los padres de Jesús que tienen que ponerse en camino, y con ellos también Jesús, ya desde el vientre de María a caminar. Pero antes de hablar del caminar de Jesús quiero continuar haciendo referencia a Cesar Augusto, nos debe llamar la atención de cómo el dios del mundo quiere censar, quiere controlar, quiere someter, quiere hacer pagar tributo a todos los habitantes del mundo. Por eso el mensaje de san Lucas al anunciar al Emmanuel, se considera como causa de un acontecimiento de gracia y salvación: la visita de Dios a los que no tienen derecho y libertad y, por lo mismo, la visita de Dios al mundo entero.
“No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc 2: 10-12). Los pastores son gente también oprimida, pero Dios los escoge como mensajeros. Posiblemente los más indignos, pero así ha sido toda la historia. Dios se ha valido de los sin valor. Por tanto, nos ayuda a entender que, para Dios, cuando parece que todo está perdido para los sin ley, sin derecho y sin nombre, tiene una palabra que decir y visita a los suyos. Cuando María no encuentra acogida para dar a luz, el cielo muestra que nada hay imposible para Dios. El Salvador, el Mesías y el Señor ni siquiera tiene sitio en la ciudad de David. Cualquier letrado hubiera interpretado que la ciudad de David era Jerusalén, pero los ignorantes pastores aciertan con la otra ciudad de David, la verdadera, la primitiva, la que había perdido su rango y su historia.
Jesús sigue caminando, saliendo al encuentro, haciéndose Dios con nosotros. Como lo hizo con Juan el Bautista e Isabel, como lo hizo con los de Belén, como lo hizo con los pastores, como lo hizo con los de Egipto, como lo hizo con los leprosos, como lo hizo con Lázaro en la tumba. Así hoy, se encarna en cada hombre y en cada mujer que teme, que se siente excluido, que se siente fuera de su patria, etc. Hoy se hace presente y nos alienta y nos trae la esperanza. Que la alegría desborde nuestros y el amor reine por siempre. ¡Feliz Navidad!