XXI DOMINGO ORDINARIO
LOS ULTIMOS SERAN LOS PRIMEROS
Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez
Todos los pasajes del evangelio de San Lucas que hemos estado leyendo en domingos anteriores nos conducen a la gran pregunta que hace el evangelio de hoy: ¿cuantos se salvaran? ¿Quiénes se salvaran? Jesús derriba los muros que levantamos constantemente entre nosotros y los otros. Constantemente creamos divisiones culturares y unos desprecian a otros como inferiores. Dios ama a todos, judíos y no judíos, y nos ama antes e independientemente de que le amemos.
Nuestra declaración de Misión Parroquial dice: “La Iglesia Católica de San Miguel, una comunidad de diversas culturas y orígenes, estamos unidos por Dios a través del Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia”. Hace algunas semanas atrás una persona de otra parroquia vino a visitarnos y a Misa en español. Durante la homilía, regularmente digo una frase y Baltazar, un hermano originario de Guatemala, traduce al Kanj’oval para que los hermanos que no entienden español puedan entender. Esta persona se fue maravillado de ver que nos juntamos en la misa de muchos pueblos y lenguas. “Así como los hijos de Israel traen ofrendas al templo del Señor en vasijas limpias, así también mis mensajeros traerán, de todos los países, como ofrenda al Señor, a los hermanos de ustedes” (Is 66: 19b-20a). La reunión de todos los pueblos y naciones es una promesa de Dios, proyecto del inicio del mundo. Dios quiere que la salvación alcance a todos los pueblos. Por eso se hace indispensable en nuestro tiempo proclamar que Dios bendice los proyectos que llevan a la paz, la justicia y la solidaridad entre los pueblos
“Alguien le preguntó: ‘Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?’” (Lc 13: 23). El evangelio no especifica quien es quien hizo la pregunta, pero es una de las grandes inquietudes de la humanidad. Pero la respuesta de Jesús se presenta como una oferta exigente para todos. Los hombres, en su experiencia humana, parecen encontrarse ante la imposibilidad de alcanzar la salvación. Por lo tanto, debemos recurrir a lo divino, a las sagradas escrituras para encontrar una esperanza. El Nuevo Testamento afirma que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pero Jesús da la máxima en el evangelio de san Mateo: “muchos son los llamados y pocos los elegidos” (Mt 22:14), lo cual podríamos interpretar como: todos son invitados a participar de la salvación pero desgraciadamente no todos responden.
“Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos” (Lc 13: 29-30). San Lucas hace hincapié en el ofrecimiento de Jesús como última recomendación. Subraya la misericordia, la bondad y el amor de Dios, pero también insiste, en las exigencias prácticas y concretas del Evangelio para que se pueda conseguir la promesa de salvación. Dios tiene muchos medios de conducir a la humanidad hacia Jesucristo, Salvador universal. Para alcanzar la salvación implica la respuesta libre del hombre a Dios. Es necesario acertar con la puerta. Los que tienen el privilegio de conocer el Evangelio, y a Jesús a través de él, son invitados a conocer mejor a Jesús, su persona, sus gestos y sus palabras, y a tomar en serio su salvación.
Que cada uno de nosotros nos decidamos seguir a Jesucristo, servirle y amarlo. Que tomemos en serio nuestra salvación, que es una gratuidad de Dios pero implica nuestra adhesión a su hijo. Dios nos de la gracia de la perseverancia en la fe, la unidad y la caridad.