I DOMINGO DE CUARESMA
LAS TENTACIONES
Por nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez
En este primer domingo de Cuaresma nos encontramos con unas lecturas muy ricas para la reflexión. La primera y segunda lectura son profesiones de fe, una del Pueblo de Israel y otra de quién cree en Cristo. El evangelio viene a corroborar la doble naturaleza de Jesús, porque solo humano es que podía tener tales tentaciones, pero con la naturaleza divina pudo vencer.
La primera lectura está tomada del capítulo 26 del libro del Deuteronomio. El libro del Deuteronomio es una obra de diferentes predicadores itinerantes que insisten en la elección de Israel y sus consecuencias. Estos versículos que escuchamos son un recuerdo permanente del don de la Tierra. Hace poco el Papa Francisco nos regaló una Exhortación Apostólica bellísima acerca de La Madre Tierra, su cuidado, el respeto y el agradecimiento que deberíamos tener.
“Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto…los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron… El Señor miró nuestra angustia… Nos sacó de Egipto… Nos introdujo en este lugar y nos dio esta tierra” (Deut. 26: 5b. 6a. 7b. 8c. 9a). La profesión de fe que hace el pueblo israelita manifiesta y refleja la relación personal e histórica con su Dios liberador.
El pueblo israelita no se entretiene en reflexiones más o menos abstractas. Hace unos días hice una entrevista a algunas personas para iniciar su proceso de preparación sacramental, están bautizadas y nada más. No saben reflexiones teológicas acerca de su fe, ni de Dios, pero creen y aman a Dios, oran con fe y se entregan a Dios. Su mayor razón es agradecimiento profundo a Dios por cada día, por la vida, la familia y el tenerse mutuamente. No conocen mucho de definiciones y la vida de Cristo, pero creen firmemente que él está vivo. Y confían en sus promesas. No están catequizados pero creen y esperan en las promesas de la vida eterna. En ellos confirmó lo que dice San Pablo: “la palabra es el mensaje de la fe que les anunciamos: si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás” (Rom 10: 8b -9).
En el evangelio de hoy escuchamos las tentaciones de Jesús. Los primeros cristianos debieron preguntarse una y otra vez: ¿Pudo ser tentado Jesús? ¿Por qué quiso someterse a la tentación? y nosotros tendríamos que preguntarnos: ¿Contemplaban a Jesús como nosotros hoy? Ellos no tenían un conocimiento teológico profundo como nosotros sobre la doble naturaleza de Jesús en una sola Persona. Lucas cree que Jesús es Hijo de Dios, pero lo contempla y realmente humano. Jesús fue tentado como nosotros en todas las formas, pero no sucumbió ante el pecado. La experiencia de tentación de Jesús ilumina la realidad del creyente asaltado por la tentación.
Pero, si las tentaciones fueron inmediatamente después del bautismo y los 40 días de ayuno y oración: ¿cómo pudieron saber los discípulos que Jesús fue tentado realmente? Jesús en la Cena les recordará a sus discípulos que son sus amigos porque les ha abierto de par en par su corazón. Por eso, no me cabe la menor duda que un momento especialmente importante y dramático fue la revelación de sus propias tentaciones, que pretendían separarlo de la misión.
Hermano y hermana, la tentación no es el pecado. Siéntete dichoso de estar en la tentación, pero pide fuerza a Dios para no sucumbir. En la tentación probamos nuestra fe. Reconócete a ti mismo tentado en Cristo, y reconócete también vencedor en él. Podía haber evitado al diablo; pero, si no hubiese sido tentado, no te habría aleccionado para la victoria cuando tú fueras tentado. Que Dios nos guarde y proteja para no caer en la tentación. Amen