LA PALABRA DE DIOS ES EFICAZ

XXXI DOMINGO ORDINARIO

LA PALABRA DE DIOS ES EFICAZ

Por nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez

Es ya casi el final del año litúrgico, y con ello las lecturas nos ayudan a prepararnos con la reflexión sobre donde está nuestra esperanza. Este domingo de manera especial hace hincapié en quienes tenemos un rol en la Iglesia como líderes o pastores. Esto no solo es para los sacerdotes, pero tiene que ser un llamado a todo el pueblo de Dios, en la misión evangelizadora ¿he evangelizado a otros?

“Ustedes se han apartado del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley” (Mal 2: 8a). Ésa fue la lucha de los verdaderos profetas, como Amós, como Isaías y como Jeremías que eran mal vistos por la clase institucional. No hay duda que los verdaderos profetas, sean con más estilo o con menos, más o menos profundos, siempre han tenido palabras contra la religión de muerte, la religión institucional, la que busca el cumplimiento de la ley por la ley. Debemos reconocer entre una religión de vida y una religión de muerte y saber elegir.

“Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra” (Mt 23: 3). El evangelio de hoy refleja claramente las actitudes de Jesús con los dirigentes que le acusaron y le llevaron al juicio condenatorio. Las controversias que han precedido en Jerusalén han puesto de manifiesto la separación, entre la concepción religiosa de los escribas, sacerdotes y dirigentes y la del Mesías de Nazaret.

En toda la historia de la Iglesia, ha habido la lucha por la libertad, y en muchas ocasiones se puede sentir esa misma acusación, ya que el comportamiento y el formalismo con que muchas veces vivimos y actuamos los que estamos en la Iglesia, no deja lugar a la inspiración profética, a la religión carismática, o a la acción del Espíritu. Me encanta la última expresión del Derecho Canónico, y exactamente el ultimo canon # 1752: “teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en la Iglesia”. Eso no implica que se pueda desconocer el papel que el “Magisterio” tiene como servicio de este proyecto espiritual. No se puede desconocer el Magisterio de la Iglesia, porque si se ha puesto unas normas es por bien de la Iglesia, y en su ser de Madre y Maestra, ha ayudado a caminar por casi 2000 años.

Jesús termina diciendo este pasaje evangélico: “Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido” (Mt 23: 11-12). De esa manera, todos los cristianos, cada uno en particular, en la Iglesia, en razón de su libertad personal que nunca se puede perder, estamos llamados a contribuir a la edificación del Pueblo de Dios, de la comunidad de salvación, según la llamada que reciba del Espíritu.

Dios habla en la historia por medio de signos y de los hombres en los que ha puesto su imagen. Y esa palabra, cuando los que están a cargo de anunciarla: sacerdotes, teólogos, evangelistas, catequistas, ministros, etc. no la manipulan, es eficaz para trasmitir vida, luz y esperanza. Y es una palabra que puede llegar a cada uno y vivirla.

¡Dejémonos transformar por la Palabra de Dios!

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