JUSTICIA Y CARIDAD

XXV DOMINGO ORDINARIO

JUSTICIA Y CARIDAD

Por nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez

La parte del evangelio de este domingo nos da a reflexionar muchos aspectos de la vida. La justicia, el llamado a la conversión de cada cristiano y la caridad.

Escuchamos en el evangelio de hoy: “Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario… Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete’.”  El Consejo Pontificio Justicia y Paz, en el 2004 hicieron y presentaron un Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que se lo presentaron al Papa Juan Pablo II para su aprobación, y el párrafo 270, dice: “ayer, el conflicto entre capital y trabajo se originaba, sobre todo, por el hecho de que los trabajadores, ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de los empresarios, y que éste, guiado por el principio del máximo rendimiento, trataba de establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los obreros”. Lo veían como un conflicto que ya había cambiado sus matices y con la llegada de las nuevas tecnologías se veía sobrevenir un gran desempleo. La relación trabajo-salario debe basarse en la justicia, y si los patrones son creyentes de Dios, debe haber caridad, lo cual ayudaría más al trabajador y por lógica, tendrían un trabajador agradecido que rendiría más en su quehacer.

El profeta Isaías afirma en la primera lectura: “Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón” (Is. 55, 6-7) Los profetas regularmente buscaban la conversión del pecador. Entre los pecadores se caracterizaban los pecadores públicos, como los recaudadores de impuestos, los grandes comerciantes, los terratenientes. Muchos profetas, incluyendo al profeta Isaías, denunciaban las injusticias de estos pecadores pero buscaban su conversión.  Hoy, pudiéramos librarnos nosotros diciendo: “yo no soy un pecador público”, “yo no he matado, no he robado, no defraudado a nadie”, así que yo no necesito de conversión. Sin embargo, todo cristiano necesita estar en proceso de conversión y de ser mejor día con día. Solamente quien ha muerto no es capaz de cambiar, por lo tanto, mientras tengamos vida, tenemos la oportunidad de ser mejores. Mientras vivimos podemos convertirnos.

Por último, la caridad vivida por Jesucristo es la más perfecta. Con el trabajador conseguido en el amanecer fue justo, pero con el trabajador de la tarde fue caritativo, de tal manera que justicia y caridad siempre van de la mano. El mismo Compendio de la Doctrina social afirma en el #583: “Sólo la caridad puede cambiar completamente al hombre.Semejante cambio no significa anular la dimensión terrena en una espiritualidad desencarnada.Quien piensa conformarse a la virtud sobrenatural del amor sin tener en cuenta su correspondiente fundamento natural, que incluye los deberes de la justicia, se engaña a sí mismo: La caridad representa el mayor mandamiento social. Respeta al otro y sus derechos. Exige la práctica de la justicia y es la única que nos hace capaces de ésta. Inspira una vida de entrega de sí mismo”. No importa a qué hora de tu vida Dios te ha llamado, oye su voz y síguelo, atrévete a trabajar en su vina, y no solo será justo contigo, sino que te llenará de su caridad

Con Santa Teresa del Nino Jesús, que parafraseando a su maestro San Juan de la Cruz, ofrece su vida, también nosotros lo hagamos hoy: “En la tarde de esta vida, compareceré delante ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo” (Compendio de la Doctrina Social # 583).

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