III Domingo Ordinario

FrCarmelo4III DOMINGO ORDINARIO

EL AMOR Y JUSTICIA FRENTE EL MAL DEL MUNDO

Por el Padre Carmelo Jimenez

El profeta Isaías es el profeta de la esperanza. Afirma: “el pueblo que caminaba entre tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en Tierras de sombras, una luz resplandeció”. Y el evangelio inicia contando la aprehensión de Juan el Bautista y como Cristo se va de Nazaret a la Galilea de los paganos, donde existe la maldad y el desorden y que con gran facilidad podrían contagiarse.

Hoy sí encendemos la radio, televisión o internet en el canal de las noticias no dejamos de escuchar tantas cosas feas. Matanzas en un uno y otro país, violaciones y abusos en otros lugares, drogas y tráfico humano de muchos países. Guerras y pleitos de muchos otros lugares. Siguiendo la lista, las enfermedades: cáncer, SIDA, lepra y tantas otras enfermedades. En la parte espiritual: falta de fe, religiosos y pastores de todos tipos que abusan, inclusive en la iglesia católica. Hoy diría ¡wow! ¿Qué cosas tan feas están ocurriendo?  Constantemente escucho: y en mi país pasó esto o lo otro. Y nos sigue sorprendiendo este mundo que parece que va a estallar en problemas, pero el profeta Isaías nos anuncia una nueva oportunidad: “el pueblo que caminaba entre tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en Tierras de sombras, una luz resplandeció”. Esa luz sólo es Cristo.

Anoche escuchando a P. Julio Palarino hacer la comparación de la luna, que no tiene luz propia sino que refleja la luz del sol me acordé de hace años andando en las comunidades de San Juan Chamula, notificando a la gente que sí iban a la iglesia no pasarán por la casa parroquial porque habían problemas y queríamos evitar que los golpearan o que las autoridades tuvieran  represalias contra ellos. Cuando salimos de una casa, el señor que nos acompañaba hacia el carro, vio la luna colorada, sería  como las 7:00 pm, ya estaba oscuro. El entró a su casa y salió con todos los miembros de su familia, ellos traían sartenes, cucharas, cubetas y cuanto pudiera ser ruido. Se pusieron a hacer ruido, y en otras casas también haciendo ruido, fuerte. Yo me acerqué a uno de ellos y le pregunté qué pasaba y su respuesta fue: “está luchando el buen y el mal, y luna sangra, y ya casi pierde la lucha, así que nosotros le ayudamos con el ruido para asustar al mal y pueda vencer el bien”. Sí ustedes piensan que este cuento es sólo una tradición indígena puede ser que sea cierto, pero no cierres tus ojos a la  maldad que existe en el mundo ni te dejes arrastrar por tal maldad, porque si no estás protegido también puede llegar a tu corazón. El mundo sangra, la humanidad sangra, nuestros corazones sangran por tanta y tanta maldad que vemos y vivimos, es el tiempo de protegernos y buscar la luz que viene de lo alto y llenarnos de su amor y misericordia, y levantarnos para vivir nuestra fe.

Al final del evangelio escuchamos el llamado de unos de los apóstoles, que dejándolo todo lo siguieron para servir al Reino de los cielos. Cristo lo llama y los prepara con el amor a sus corazones. Dice el evangelio: “Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y           proclamando la buena nueva del Reino de Dios, curando de toda enfermedad y dolencia a la gente”.

Hoy Dios nos llama para llenarnos de luz y segundo para llevar la luz a los gentiles. Cristo nos hace una invitación muy personal a seguirlo, a llenarnos de su amor y misericordia. Cristo nos llama a ser testigos de la luz y del amor y así combatir el mal que existe en este mundo. El papa Francisco nos invita a ser misioneros del amor con alegría, nos invita a responder al llamado de Cristo. Este mundo que sangra por la maldad e injusticia, necesita que le ayudemos, en la lucha del bien contra el mal, no con cacerolas, cucharas y cubetas, sino con tu amor, tu plegaria y entusiasmo de la vida, viviendo la  justicia, el amor y la hermandad.

Dios nos de su luz, fuerza y sabiduría, para responder sí al llamado y ser evangelizadores en nuestros propios ambientes. ¡Amén!

 

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