IV DOMINGO DE CUARESMA
EL AMOR Y LA MISERICORDIA DE DIOS
Por Nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez
El cuarto domingo de cuaresma como el tercer domingo de adviento son llamados: Domingo de la Alegría. Y las lecturas de uno y otro nos hablan del amor y la misericordia de Dios para con la humanidad.
En la lectura del segundo libro de Crónicas, encontramos como la maldad reinaba en Israel y los hijos de Dios, con quienes había hecho un pacto, ya no querían saber nada de Dios: “Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus advertencias y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal grado, que ya no hubo remedio” (2 Cro. 36, 16).
A pesar de tantos pecados y tantas traiciones hacia Dios, “La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo ¡ustedes han sido salvados gratuitamente! y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo” (Ef 2, 4-6). Y el evangelio que escuchamos hoy nos da la prueba del amor de Dios: “Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16). Que grande amor. Yo he repetido una y mil veces: no importa lo grande de tus pecados ni lo feo de tus pecados, si abres tu corazón al amor de Dios, su amor es tan grande que, se entregó a su propio Hijo a la muerte, que era lo mejor y más valioso que él tenía, como no va a perdonar tus pecados si arrepentido los confiesas y te vuelves a Dios.
Jesús apunta –hablando con Nicodemo- a un signo profético clave que Moisés realizó en el desierto justo después de que el pueblo de Israel fuera afligido con serpientes venenosas. La Escritura nos dice que muchas personas murieron en el desierto a causa de su pecado de rebelión hacia Moisés y Dios. A través de la intervención de Moisés, Dios mostró misericordia al pueblo y dio instrucciones a Moisés para que “hiciera una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y la vea a ella, vivirá” (Números 21: 8). Esta señal milagrosa fue símbolo para prefigurar y apuntan a la obra de salvación que Jesús iba a llevar a cabo para traer sanación y salvación al mundo.
La serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto es imagen de la cruz de Cristo que vence el pecado y la muerte y obtiene la vida eterna para los que creen en Jesucristo. El resultado de Jesús siendo levantado en la cruz y su resurrección de entre los muertos, y su exaltación y ascensión a la derecha del Padre en el cielo, es nuestro nuevo nacimiento en el Espíritu y la adopción como hijos e hijas de Dios. Dios no sólo nos libera de nuestros pecados y nos perdona, también nos llena de su propia vida divina a través del don y el trabajo de su Espíritu que habita en nosotros.
Por esta razón, este domingo proclama que: el amor de Dios, perdona misericordiosamente, sana y da nueva vida; es por eso que se le llama domingo de la alegría. ¿Qué otra alegría más grande puede tener un cristiano si no es la esperanza de salvación? Pidamos a nuestro Padre Dios que esta cuaresma nos de como fruto del Espíritu Santo, la alegría de saberme amado por él, perdonado de mis pecados y sanado interior, y si es su voluntad, me conceda la sanación corporal. Amen.