DE LA ANTIGUA ALIANZA A TEMPLO NUEVO

L1290264III DOMINGO DE CUARESMA

DE LA ANTIGUA ALIANZA A TEMPLO NUEVO

Por Nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez

Continuamos con nuestra jornada cuaresmal. Increíblemente podemos conectar los domingos pasados y este domingo. A esta conexión le llamaremos la ALIANZA.

El primer domingo recordamos con las lecturas bíblicas, la alianza de Dios con Noé después del diluvio. El signo de esa alianza es el arco-iris. El arco iris que Dios puso después del diluvio como un signo de la alianza que hacía con los hombres, toda la naturaleza ha vuelto a renacer del diluvio, y Dios entrega la tierra limpia al hombre.

El segundo domingo fue la alianza de Dios con Abraham. Dios escoge un pueblo que nacerá de las entrañas estériles del anciano Abraham y de la estéril Sara. Nace Isaac y es el principio de un pueblo en el cual se cumplirán las promesas de salvación, porque de allí nacerá un Redentor. Es la fe la que distinguirá a los hombres de aquí en adelante.

Y muchos siglos después, Dios hace una tercera alianza, la cual aparece en las lecturas bíblicas para este domingo. Se trata de Moisés. El libro del Éxodo es como la dogmática, como el núcleo doctrinal de todo ese pueblo que va naciendo ya de Abraham y de los patriarcas. Pongo especial énfasis en la palabra pueblo, porque es con quien realiza este tercer pacto. El pueblo formado fue llevado por el hambre a Egipto y en Egipto han pasaron 4 siglos, y allá pasó a ser un pueblo esclavizado. ¡Dios no ha olvidado su promesa! La promesa que le hizo Dios a Abraham va a cumplirse. El Éxodo capta ese momento precioso en que Dios escoge un caudillo para conducir ese pueblo de la esclavitud, a través de cuarenta años por el desierto, a la Tierra Prometida.

Y en el Éxodo hacia la Tierra Prometida, frente al monte Sinaí, Dios les recuerda que tienen una ley, el decálogo. Y junto con la Ley, también vienen los profetas, y Dios dice, en el Éxodo: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí” (Ex 20: 1). Jesucristo repite: la ley y los profetas, para hacer notar la importancia que tenía ley, que marcó un pacto, una alianza. Pero una ley sin espíritu, lleva a la muerte. Y eso pasó con la tercera alianza, porque Dios dio 10 mandamientos, pero los judíos se hicieron tantas y tantas leyes, que tenían más de 600 leyes a seguir.

Jesucristo es la Nueva y Definitiva Alianza. Así lo manifiesta cuando le piden razón de sus actos en el Templo de Jerusalén: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré” (Jn. 2: 19). Cristo es el verdadero arco-iris porque en su Pascua de Resurrección, la naturaleza nace nueva y se la entrega al hombre para que, purificada del pecado, la sepa manejar mejor.

Por eso nos preparamos en Cuaresma para una renovación de la humanidad, de la historia, de nosotros mismos, miembros de esa historia. Por eso, este tiempo de cuaresma es de conversión, a la Alianza pactada por Dios y nosotros su Pueblo. Este pueblo que no consiste en judíos y no judíos, sino en creyentes e incrédulos, pero al fin pueblo. Con la promesa firme que todo “el que creyere se salvará, el que no creyere se condenará”.

Hoy podemos orar: ven Señor Jesús a limpiar mi corazón de tantas cosas que llevo dentro. Limpia mi templo interior, desecha las malas actitudes, las malas palabras, los odios y egoísmos, mi orgullo, mi… y puedas, Señor, reconstruir en un lugar de alabanza, honor y gloria a Ti. Que viviendo tus mandamientos, pueda ganarme el cielo eterno. Amen.

 

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