BENDICION, ELECCION, REDENCION
Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez
La segunda lectura para este domingo es un himno profundo tanto teológicamente hablando y como hermoso literariamente. Está basado en algunas realidades del plan salvador de Dios: bendición, elección, adopción-filiación, redención y esperanza. Esta carta esta atribuida a San Pablo y con estas palabras él sintetiza toda la acción salvadora de Dios por medio de su hijo Jesucristo. Sobre esta lectura basaré mi reflexión, claro sin olvidar el evangelio.
“Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en él con toda clase de bienes espirituales y celestiales” (Ef. 1, 3). Con la Encarnación de Jesucristo toda clase de bendición llega a su culmen. Porque todo es gracia y gratuidad de Dios. La salvación, todo el plan de salvación desde la promesa hecha a nuestros primeros padres llega a su plenitud en Jesucristo. Todo ese plan desarrollado desde antiguo por Dios es por movido por el amor al hombre.
“Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor” (Ef 1: 4). La elección, se da lo largo de toda la historia de la salvación, es lo mejor que Dios puede ofrecer al hombre; estudiando los atributos divinos, la Omnipresencia es la quinta esencia de Dios, y su presencia es bienhechora y salvadora; es una fuerza especial en la jornada de la vida.
“Y determinó, porque así lo quiso, que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos” (Ef 1: 5). Solo por medio de Cristo somos adoptados como hijos de Dios Padre, con la esperanza cierta de tener como herencia la vida eterna con Dios, en el banquete eterno. Que gracia tan mas grande que ser sus propios hijos e hijas, de quien todo lo hizo y quien todo lo puede. Solo por la bondad, gratuidad, y amor de Dios, es que llegamos a ser sus hijos e hijas.
“Pues por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados” (Ef 1: 7). A través de Jesucristo y comprados a precio de Sangre, fuimos liberados de la antigua maldición de condena. En el Pregón Pascual se canta: “¡oh! Feliz culpa que mereció tal redentor”. Esta es la prueba rotunda de la gran misericordia de Dios: que si entregó a su Hijo muy amado a la muerte de cruz, como no va a perdonar nuestros pecados. Siempre he afirmado que aunque nuestros pecados fueran muy graves y feos a los ojos de Dios, si arrepentidos los confesamos, Dios nos lo perdona y nos devuelve a su gracia y su amistad, así como la dignidad de filiación divina.
Estos aspectos importantes de la salvación: bendición, elección, adopción filial, esperanza y redención, son aspectos que deben ser anunciados en la evangelización. En el Evangelio escuchamos que Jesucristo llamó a los que Él quiso y los envió de dos en dos. Los envió a llevar la palabra liberadora. La evangelización es una tarea urgente hoy para todo cristiano. La evangelización es llevar al hombre al ámbito de la salvación integral. Esa es la buena noticia: la vida del hombre sobre la tierra tiene profundo sentido. Evangelizar es que el hombre aprenda a ser realmente una imagen Dios destinado a vivir en comunión y feliz. Y esto comienza ya en este mundo.
Así, todo creyente está en medio del mundo, y comparte las alegrías y las dificultades de los hombres, viven lo cotidiano desde la mirada del Dios Bendito quien lo ha bendecido siempre. Es necesario volver a esta experiencia de la bendición para dar testimonio en medio del mundo del verdadero rostro de nuestro Dios y de Jesús. Que hoy nos llenemos del amor profundo que viene de Dios, y sabiéndonos bendecido, llevemos amor y bendición para con quien nos encontremos. Amen