LA TENTACIONES DE LA VIDA
Estamos al inicio de la Cuaresma, el primer domingo nos presenta las Tentaciones de Nuestro Señor Jesucristo en el desierto. Las tres tentaciones son: el hambre, el poder y la avaricia. Estas tres tentaciones siguen estando presente en el mundo.
En la primera lectura escuchamos las tentaciones que la serpiente-demonio presenta a la Eva y Adán y son exactamente las mismas. Frente a los ojos de Eva y Adán el fruto prohibido se veía apetitoso. La serpiente le dice a Eva que sí come del árbol se le abrirán los ojos y serán como dioses. Con lo que escuchó, no dudó de comer el fruto: “La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió”.
El hambre es un mal que aqueja el mundo y un muy mal consejero. Por el hambre hay personas que venden su dignidad. También por el hambre mucha gente deja a su familia y va lejos a tierras extrañas y a veces, tierras que no siempre los reciben bien, pero que se enfrentan a los desprecios, sobrecargas en los trabajos e infinidad de cosas por aliviar el hambre de sus familias. El hambre que deberíamos sentir es el hambre de Dios y de la justicia.
La segunda invitación a no tentar la misericordia divina. Dios es amor y perdona todo, absolutamente todo, porque ama a su creatura, porque ama a sus hijos e hijas, pero no nos confiemos que nos tiene que perdonar, porque es posible que muramos en nuestro pecado, por eso la invitación a la conversión constantemente ahora que podemos.
El poder que debe reinar es el del amor y la justicia. El amor a Dios y el seguimiento a Él es la fuerza que todo cristiano debe tener. El mal y la avaricia existen en el mundo de tal manera que constantemente vemos sus efectos y las tentaciones que en el mundo causa. Sólo es posible rechazarlo con el poder que viene de lo alto, con Cristo.
Finalmente, hoy podría adelantarme al pregón Pascual: “¡oh feliz culpa que mereció tal redentor!”. “Si por la culpa de un solo hombre entró la muerte, por la obediencia de un solo hombre llegó la redención”. “Y tampoco hay proporción entre la gracia que Dios concede y las consecuencias del pecado de uno: el proceso, a partir de un solo delito, acabó en sentencia condenatoria, mientras la gracia, a partir de una multitud de delitos, acaba en sentencia absolutoria”.
Hermanos y hermanas atrévanse a abrir sus corazones al amor y al arrepentimiento, que Dios perdona de una y para siempre los pecados, llenando de gracia y bendición al alma arrepentida. Busquemos el reconciliarnos con Dios, vivamos la gracia de ser perdonados y pongamos nuestras vidas en las manos de Dios. Cuaresma que sea tiempo de gracia y conversión. Cuaresma que sea el tiempo de volver a la casa de nuestro Padre Dios. Amen.