Domingo de Ramos

DOMINGO DE RAMOS

Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez

Estamos en el inicio de la celebración del gran acontecimiento cristiano: la Pascua. En el Domingo de Ramos las lecturas se concentran, de manera muy expresiva, sus dos aspectos principales, contrapuesto uno del otro, pero unidos en una misma persona: Cristo.  En el triunfo y el fracaso, en el aplauso y el sufrimiento, en la muerte y la gloria de Jesús.

En este Domingo de Ramos leemos el relato de la Pasión del Señor de San Lucas, tal como corresponde al año litúrgico. Es una narración que ha venido precedida por la importancia que Jesús enseñó a los suyos de ir a Jerusalén, porque un profeta no puede morir fuera de Jerusalén. (Lc 13,33)  Jerusalén es la ciudad santa donde se decidían todas las cosas importantes de la religión judía, donde el gran templo estaba como testigo.

San Lucas pretende explicar, no solamente por qué mataron a Jesús, sino el sentido que el mismo Jesús dio a su propia vida, como sucede en el relato de la última cena con sus discípulos. San Lucas nos ofrece la tradición litúrgica de las palabras eucarísticas en esa cena –la última cena-, pero además presenta las palabras de Jesús sobre el servicio en las que considera que su muerte “es necesaria” para que el Reino de Dios sea una realidad más real y efectiva. Así, la Ultima Cena de Jesús es más personal, más testimonial: se pide el servicio y la entrega, como Jesús va a hacer con los suyos.

Lo más específico de San Lucas en la Ultima Cena, menciona una copa más que los otros dos sinópticos antes de las palabras de bendición y además agrega las palabras “por vosotros”.  San Marcos no dice nada, mientras que San Mateo dice “por muchos”, y cambia por “Nueva Alianza” en lugar de simplemente “alianza” de los dos sinópticos.

En el juicio el silencio de Jesús se hace palabra. Es un silencio de radicalidad ante la maldad de los poderosos. Los poderosos se burlan de él, pero los sencillos, como las mujeres, le acompañan hasta el lugar donde se revelará el misterio de nuestra salvación y redención. Y alrededor de la cruz solamente la gente sencilla: mujeres, y un discípulo: ahí se cumplen aquellas palabras suyas en las que da gracias a Dios porque ha revelado su proyecto salvador a las gentes sencillas.

La escena de la crucifixión y muerte, en Lucas, es tan humana por eso las palabras de Jesús son: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23,46). Pero San Lucas considera también otras palabras de más confianza eran mejor con su primera oración en la cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34). También sobresale muy especialmente el diálogo de Jesús con el buen ladrón, lo cual significa que Jesús está siempre abierto a comunicar la misericordia divina. Por eso San Lucas es el evangelista de la misericordia. Además, con la propuesta del HOY de la salvación que es también muy determinante en Lucas: “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Tiene ese sentido escatológico inmediato para mostrar que la salvación de Dios no está a la espera del fin del mundo. Desde la misma muerte estaremos en las manos salvadoras de Dios.

La Pasión del Señor no es una tragedia, sino el acontecimiento que imprime a la historia, la fuerza necesaria para llevar a cabo el proyecto salvador de todos los hombres. Como los humildes, vayamos a la cruz para encontrar misericordia. Confiando en Jesucristo como el buen ladrón, robémonos la gloria.

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