V DOMINGO DE CUARESMA
DIOS NOS PERDONA POR SU MISERICORDIA
Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez
Para mi reflexión, igual que el domingo anterior, pondré más énfasis en el evangelio, ya que se trata del mismo tema, la misericordia. Si comparamos, el texto evangélico de este domingo y el del domingo pasado, es muy similar ya que en escena aparece un hijo menor –adúltera-, un hijo mayor –fariseos-, y un Padre, que es un hermano, un maestro –Jesús-. La conclusión nos da a conocer la absolución de la confesión o reconciliación sacramental, ya que al final de este episodio se produce el perdón. Faltaría la fiesta pero, sabemos de la alegría en el cielo por un pecador que se convierte, porque así nos los dan a conocer tantos pasajes bíblicos.
El domingo pasado afirmaba que el párrafo evangélico que escuchamos le podríamos llamar la Parábola del Padre Misericordioso. Hoy, San Lucas, trata de afirmarnos dos cosas: la misericordia entrañable de Jesús encarnada en la indulgencia y la dureza de corazón de los fariseos. Puedo afirmar dos adjetivos calificativos de Dios: “indulgente (compasivo) y misericordioso”, y Jesucristo refleja el modo de actuar de Dios.
El profeta Isaías en el Antiguo Testamente es el profeta de la esperanza. San Lucas por su parte trata de proclamar: la misericordia, el perdón de Dios y la cercanía a los pecadores. El perdón de Dios se ha hecho vivo en Jesucristo y en Él, es posible la esperanza para quienes vivían despreciados y marginados en el pueblo de Israel. Los pecadores se sentían muy cerca de Jesús. Pero precisamente esta cercanía y comunión con ellos era un motivo fuerte de persecución contra Jesús que le conduce a la muerte.
“Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: ‘Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar’”. La misericordia está por encima de la ley. Lo que Cristo hizo no se trata de un quebrantamiento de la ley. Como tampoco la quebrantó Jesús cuando, estando en la cruz, se dirige al Padre para que perdone a quienes le han condenado porque no sabían lo que hacían. No aprueba la conducta de la mujer, ni se pone de su lado ¡no! El adulterio no es el camino para conseguir la felicidad. La fidelidad a la comunidad de vida y de amor del matrimonio, refleja la fidelidad infinita de las tres personas divinas. Dios promulgó los mandamientos para que el hombre y las mujeres fueran libres, felices y en comunión de vida. La ternura entre los hombres y mujeres comprometidos con el vínculo sagrado del matrimonio reflejan la ternura de los tres en el seno de la divinidad. Por eso no se puede romperse ni suspenderse el vínculo sagrado entre los hombres porque tampoco cesa ni se suspende en el seno de la divinidad. Pero aquella mujer había sido víctima de su debilidad. Jesús mantiene los principios la ley, pero es misericordioso con los que la quebrantan, siempre que exista en ellos una voluntad decidida y manifestada, en el futuro, a tomar otro camino, a restaurar la comunión perdida, a hacer posible la fidelidad quebrantada. Jesús es obediente a la voluntad de su Padre y, a la vez, misericordioso con los hombres. Yo tampoco te condeno, declara Jesús. Hoy como ayer esta actitud liberadora de Jesús sigue teniendo vigencia. Una liberación que llega al corazón de los hombres y mujeres.
Este tiempo especial de gracia, como lo es la cuaresma, reconciliémonos con Dios. Su misericordia lo muestra perdonándonos, no aprueba nuestros pecados, pero los perdona. Por eso los invito a la reconciliación sacramental. Dios no condena al pecador arrepentido, sino que lo limpia, y le conceda un lugar en la comunidad. Cristo es el rostro misericordioso de Dios Padre, acorcémonos para que nuestros delitos sean lavados con su sangre preciosa. Amen.