XXXIII DOMINGO ORDINARIO
LA PROMESA DE SALVACION
Por Nuestro Párroco, P. Carmelo Jiménez
Estamos concluyendo este ciclo litúrgico y ante las lecturas no sé cómo llamar a este domingo: ¿domingo de Esperanza, domingo de desgracias, domingo de angustias? Pero por encima de todos esos títulos, las lecturas no desean causar miedo en nosotros sino volver la vista a nuestro Dios. Las lecturas apocalípticas que nos presenta la liturgia nos invitan a ser hombres y mujeres de nuestro tiempo, no del ayer no del mañana. A nuestro mañana se promete la salvación y, a nuestro pasado se le anuncia la gracia del perdón. Así, con esperanza vivir cada día en el amor a Dios y a nuestros hermanos sin lamentos por el ayer y sin angustia por lo que vendrá.
Quiero hacer la aclaración que el estilo apocalíptico de escritura se caracteriza por el contraste entre el presente humilde y muchas veces decepcionante y la esperanza en un futuro glorioso y brillante. “Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro” (Dn 12: 1b-2a). El libro de Daniel, del cual está tomada la lectura escuchada, pertenece a la literatura apocalíptica. Los profetas interpretaban la historia a la luz de la alianza de Dios con su pueblo, anunciando el futuro preparado por Dios. El futuro glorioso vendrá después de los sufrimientos de los hombres durante el peregrinar en la historia. Esta lectura es además consoladora porque abre un camino de esperanza segura porque la historia la dirige Dios. Pero el futuro tendrá lugar después de la destrucción del mundo presente y de la ejecución de un juicio severo por parte de Dios.
El evangelio escuchado es escatológico porque nos habla con imágenes del final de la creación. “Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá” (Mc 13: 24-25). Debemos entender bien el pasaje evangélico porque de otra manera podríamos quedarnos con las imágenes y signos, y no llegar al significado. Acá lo más importante es el mensaje, no los signos en sí mismos. Debo aclarar que la creación salió de las manos de Dios toda ella buena, es buena y será buena siempre. Quien debe corregir el modo de contemplarla y usarla es el hombre que por el pecado rompió la relación con Dios, consigo mismo y con la creación. La esperanza final se apoya en la restauración profunda del hombre para participar en la nueva y definitiva creación en la gloria.
“Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad” (Mc 13: 26). El evangelista san Marcos usa un lenguaje similar al profeta Daniel y así, anunciar la venida nuevamente de quien fuera humillado, pero ahora volverá con gloria y poder. La segunda venida del Hijo del hombre culminará la historia manifestando a los hombres su destino glorioso; y también será el momento de la reunión de todos los creyentes y de todos los hombres ante Él que aparece como juez universal. Pero recordemos “que nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre” (Mc 13: 32). Por lo tanto hermanos y hermanas, preparémonos viviendo bien en el amor, la fe y la esperanza. Amen.