YO VINE A SERVIR Y A DAR MI VIDA EN RESCATE
Por nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez
Para este domingo las lecturas nos remarcan: servicio, entrega, vida. Son palabras que en las lecturas cobran una fuerza inusitada desde la aparente debilidad que para muchos supone la donación personal. Jesús deja claro a sus discípulos que su vida está puesta al servicio de los demás hasta el punto de morir por ellos. Su palabra ha sido contundente: dar su vida en rescate por todos.
La primera lectura del profeta Isaías tomada de capítulo 53, es parte del cuarto cántico del Siervo que se centra en el sufrimiento del mismo a favor de toda la humanidad. En el libro del profeta Isaías aparecen cuatro canticos de una belleza profunda y gran significa teológico. Este cuarto cantico es de un Siervo o servidor que carga sobre sus espaldas el pecado de todos para liberarnos a todos. La obra del Siervo es ilimitada en sus efectos. “Cuando entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor” (Is 53: 10). Lo más sublime de resaltar en este cantico es el carácter universal de la misión del Siervo. Se rompe las fronteras de Israel para alcanzar a todo el mundo.
La segunda lectura de la carta a los Hebreos nos anima poner la fe y la confianza en Cristo, sumo y eterno sacerdote. “Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno” (Heb 4: 16). La comunidad hebrea era perseguida por eso es el tema de confianza y la fe, como medios para fortalecer la esperanza. La imagen del Siervo, de la primera lectura, es ahora utilizada para presentar a Jesús dirigiendo la gran peregrinación de la Iglesia hacia la Vida, hacia el Reino. Entender la vida como un gran itinerario hacia realidades superiores que dan sentido pleno al hombre es una oferta atrayente en medio de este mundo que cada vez más tiene la tentación de cerrarse en sí mismo.
“Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria” (Mc 10: 37). En las antiguas costumbres de los reyes se rodeaban siempre de: sus amigos, sus confidentes o sus consejeros. Rodear al rey era un privilegio muy especial. Los dos hermanos, o la madre, piensan obtener para ellos esos dos puestos privilegiados de poder. Jesús corrige de raíz el error: el verdadero mesías va camino de Jerusalén, va de camino a la cruz liberadora como expresión de servicio en la humildad hasta dar la vida por todos: “el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos” (Mc 10: 43b – 45). Jesús es el Siervo no el Poderoso según las categorías humanas. Es un modo totalmente nuevo de entender los planes de Dios.
Jesús es contundente: dar su vida en rescate por todos. ¿Es esa misma palabra capaz de descubrir las intenciones de nuestro corazón y dejar al saber lo que nos mueve a seguirle? Así surge otra pregunta ¿aspiramos a servir desde el poder que somete o desde la entrega que salva? Porque la paradoja es ésta, como suele acontecer con el evangelio: que dándonos es como recibimos y perdiendo la vida es como la ganamos para siempre. Que Dios nos ayude a crecer en el servicio amoroso.