¡AY DE MI SI NO EVANGELIZO!
Por nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez
Las lecturas para este domingo es una fuerte invitación a la evangelización. Evangelizar es el anuncio gozoso de la Buena Nueva, el transmitir a Jesucristo a quienes no lo conocen. San Pablo afirma: ” ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!”.
El Santo Padre, Papa Francisco, el año pasado nos dio un documento riquísimo llamado “Evangelii Gaudium” (El Gozo del Evangelio) y es un fuerte reto a anunciar el evangelio pero con alegría de estar viviendo la gracia de Dios. Una transmisión de Jesucristo, vivo, glorioso, lleno de misericordia y bondad. No un Dios muerto, ni un Dios juez que dicta sentencias de castigo. El Papa afirma: “Hoy, en este «id» de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera. Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado” (EG 20).
En el pasaje del evangelio de este domingo, que es bastante corto, nos encontramos con la descripción de un día ordinario de Jesucristo, quien lo hace extraordinario. Así, tendríamos que notar que Jesús tiene amigos cercanos, no es un hombre solitario: “fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés”. Jesucristo conoce la casa de la suegra de Pedro, porque ha estado ahí muchas veces, según los biblistas, ahí era la casa de Jesús cuando estaba en la región de Galilea. En ese sentido no necesitaba de compañía porque ya conocía el lugar y además ya conocía mucha gente. Pero nos enseña el valor de la amistad.
Jesucristo se acerca a cada casa no como simple invitado, sino porque se quiere adentrar en nuestros problemas, le interesa porque esa es la manera de hacerse Emmanuel, Dios con nosotros, por eso, al entrar le dicen que: “La suegra de Simón estaba en cama con fiebre”. Esa es la presencia de Dios en medio de nosotros. ¿Te puedes imaginar a Jesucristo en medio de tu casa? Así al mismo tiempo que sana, libera. Y si ponemos atención a este pasaje descubrimos el modo de actuar de Jesús: se acerca, toma de la mano y levanta. Todo un proceso de salvación. Acercarse y ponerse a la altura del que está tirado; tomar de la mano, un gesto que significa más que muchas palabras; y levantar, que tiene un sentido cristológico muy profundo relacionado con la resurrección. Así es el actuar de Jesús.
Me regalaron un pequeño libro que ha ayudado mucho para aprender cómo tratar a las personas, e incluso a los niños, y en los EEUU, quienes no pueden pasar a comulgar, pasan a recibir una la comunión espiritual, y el ministro le dice: “recibe a Jesús en tu corazón”. Y cuando es el tiempo de los niños, yo me arrodillo a su altura y cuánto gozo, ver que los niños con mucha fe reciben ya desde pequeños a Jesucristo.
La actividad de Jesús es muy intensa, que tiene que tener un soporte: su relación íntima con su Padre Dios. Por más ocupado que esté, por más urgente que sea la predicación y la atención a los necesitados, por más fuertes que sean las controversias, siempre habrá un momento para darle el primer lugar a su oración y su relación con su Padre Dios: “Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar” ¿cuánto tiempo al día le dedicamos a orar?
La misión de Jesús es predicar, dar testimonio, anunciar el Evangelio, es decir llevar Buena Nueva. Y anunciarlo a todas las gentes, a todas las naciones, pero sobre todo a los más pobres y necesitados. Hoy es urgente que cada cristiano tenga la plena conciencia de ser evangelizador y que llevando a Jesús a los hogares, testimoniemos que Jesucristo está vivo, presente, y su presencia libera, sana.
Dios Padre misericordioso que en tu Hijo nos diste al salvador, ayúdanos para poder testimoniar la luz, la verdad, y la misma vida, que es tu Hijo, y así, con la presencia de Cristo en nuestras vidas y en nuestros hogares, crezcamos en la fe, y en servicio y que nuestra comunidad crezca también. Amen.