XXXIV DOMINGO ORDINARIO
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Por nuestro Párroco, Padre Carmelo Jiménez
Estamos ya en el último domingo del tiempo ordinario, conocido como la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, así que reflexionaremos en la manera como Jesucristo reina sobre la tierra y sobre el cielo. Es importante reconocernos como sus súbditos, y vivir como tal.
La primera lectura del profeta Ezequiel nos aclara la misión de Jesucristo como buen pastor, pero a la vez, es un plan de vida de un Rey, el Rey supremo, es la misión de Jesucristo en su ministerio, el profeta afirma: “Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido” (Ez. 34, 16), por eso en el salmo respondemos: “El señor es mi pastor, nada me falta”. Porque la oveja soy yo, porque esa promesa de que mi pastor me buscará es para mí, en primera persona, no para tal o cual persona, sino para quien recibe a Jesús en su corazón y se deja transformar por El. Según la lectura no importa en qué situación te encuentres, buena o mala persona, si deseas cambiar, déjate encontrar por ese buen pastor, Jesucristo mismo.
Hace unas semanas atrás en México pasó algo horrible, la desaparición de 43 estudiantes normalistas (College), que aún no se sabe su paradero. Hay muchas hipótesis de lo que pasó ese tarde pero lo más seguro es que estén muertos y que no vuelvan a aparecer. El punto es que con esas desapariciones aparecen muchas autoridades locales, municipales, estatales e incluso altos funcionarios del gobierno de la república mexicana involucrados de una y de otra manera. Esa es la forma de gobernar en México y en muchos países más. Autoridades corruptas que buscan el tener, el autoritarismo, la prepotencia, la injusticia como vías de gobernar. Esa es la forma de reinar que este mundo propone.
El Evangelio nos dice respecto a Jesucristo: “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras” (Mt. 25, 31-33). Es decir, que Jesucristo es el Rey que Dios Padre le ha concedido el poder de juzgar al final de los tiempos. Nos preguntaremos ¿Cual es regla, norma o ley, con la que seremos juzgados? Y es el mismo evangelio que nos da la respuesta: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt. 25, 35-36). La ley con que seremos juzgados es la del amor a Dios hecho realidad en los más humildes. Me encanta un canto en inglés: “whatsoever you do to the least of my people, that you do unto me” (cualquier cosa que hagas por el menor de mi gente, eso me lo hiciste a mi).
Comparando las formas de reinar entre la que propone este mundo actual y la de Cristo hay mucho que desear. Porque la norma del reino de este mundo es egoísta, basada en el tener más bienes y poder, en cambio la forma de Jesucristo es de entrega y sacrificio, basada en el amor y la caridad.
Señor Jesucristo, buen pastor y Rey Eterno, ven a reinar a mi corazón, y no permitas que mi corazón ambicione cosas de este mundo que puedan causar mi separación de ti y de tu reino. Reina Jesús en nuestras familias y en nuestras comunidades. Concede paz y fortaleza a quienes están desamparados y sufriendo solos por no conocerte. Y concédeme crecer en mi amor hacia ti, bajo tu reinado. Amen.