XXXI DOMINGO ORDINARIO
TRADICION, FESTIVIDAD, Y FE EN LA COMUNION DE LOS SANTOS
Por nuestro párroco, Padre Carmelo Jiménez
Conmemorando Todos los Santos y los Fieles Difuntos, titularé mí reflexión: tradición, festividad, fe en la comunión de los santos.
Tradición y festividad van unidas de la mano. Recuerdo con alegría la preparación para celebrar estas dos grandes fiestas en mi tierra. Los hombres adultos, con tiempo inician a ver dónde crecían las matas de flor de lechita, muy común y tradicional para este tiempo. Días previos ellos iban al campo a cortarlas, se iba al cementerio para limpiar las tumbas, a pintarlas y a adornarlas para la gran fiesta. Las mujeres preparaban coronas de papel o nylon paran cada tumba o ser querido ya fallecido. Los niños preparaban los cantos y rezos, y llegado el día salían a pedir calabacita (dulces). Ellos cantaban: “somos angelitos, bajados del cielo, pidiendo limosna para que comamos, no quiero vino tampoco cerveza, lo que queremos es lo que está en la mesa”. La casa que los recibía pedía que los niños rezaran un Padre Nuestro o un Ave María por los difuntos, compartían sus dulces y continuaban los niños. En los cementerios, durante la noche, al amanecer o durante el día, del 1 o 2 de noviembre se escuchaban rezos por todos lados y brindis también. Nadie se vestía con trajes, siempre fue respeto y comunión con los difuntos.
Nuestra festividad de ahora son trajes, monstros, brujas, bailes y alcohol. He leído historias del comienzo de la festividad de todos los santos y fieles difuntos y casi todas las historias vienen de festividades paganas, que nos hablan de una vida corta y caduca y, sin esperanza de nada para después de la muerte. Como animalitos: nació, vivió, se murió y se acabó. Nuestra vida es corta (sobre la tierra), pero “para los que tenemos fe nuestra vida no se acaba, se transforma, y disuelta nuestra morada terrenal, se nos prepara una mansión eterna” (Prefacio de Difuntos). Yo no quiero ser recordado como un monstro o brujo. Yo quiero llegar a la santidad, y vivir con Dios. Mi pregunta es: ¿en qué te quieres convertir después de esta vida terrenal? Podemos decirle a Dios que lo amamos con las palabras y decirle que no le creemos con nuestras vidas y nuestros trajes que usamos. Podrían decirme: “padre ¡no sea anticuado ni nos quite la oportunidad de divertirnos!”. No, no se los quito, es tu decisión, pero recuerda que Dios nos concede lo que le pedimos, con palabras o con nuestras acciones.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el fragmento numero 954 dice: “Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando “claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es”» (LG 49): «Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él» (LG 49)”.
Continua diciendo el Catecismo en el fragmento 958: “La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; “pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados” (2 M 12, 46)”» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor”.
Ahora bien ¿Cuál es tu esperanza? ¿Tienes fe que vivirás con Dios o quieres vivir con los monstros y brujas? Que esta celebración nos ayude a reafirmar nuestra fe que somos una iglesia: peregrina, purgante y triunfante, una en Cristo y en él está nuestra salvación. Que Dios nos conceda la gracia de fe y esperanza en la vida eterna. Amen